JOSÉ ÁNGEL DE LA CASA, MUCHO MÁS QUE EL PARTIDO DE MALTA
¡Goool de Señor! Con el paso de los años, medio siglo ya, de aquella exclamación de júbilo lo que perdura en la memoria colectiva de los tiempos es la quiebra en la voz de José Ángel de la Casa. Un grito de júbilo en la noche sevillana que se oyó en todos los rincones de España. “Tanto escuchar que era un soso y se me recuerda por un gallo. Para una vez que me emociono…”. Suele decir Tofiño, Tofo, el apelativo cariñoso por el que se le conocía cuando su vida, entre viajes de ida y vuelta, iba del fútbol a la radio y viceversa. Hasta que no le quedó más remedio que tomar una decisión: o fichar por el Rayo Vallecano, que jugaba en Segunda División, o irse con Juan Antonio Fernández Abajo, su mentor, a Televisión Española.
José Ángel era el único varón de una familia numerosa. Tenía ocho hermanas. Era el niño, y al padre le parecía, en aquellos años 70 cuando el Madrid ya había ganado seis Copas de Europa, que lo de dar patadas a un balón resultaría a la larga más productivo que la máquina de escribir, la cámara o el micrófono. José Ángel, afortunadamente para la profesión periodística, tomó la decisión correcta. Pudimos haberle visto jugar junto a Tanco, Uceda o Felines, y sin embargo optó por la maravillosa aventura de abrirse camino en un oficio mucho más valorado entonces que ahora, en una profesión que, todavía en aquella época que hoy se nos antoja remota, estaba por así decirlo inventando la televisión.
Los primeros pasos, en Radio Nacional de España, 1974; tres años después entró en Televisión Española, la única televisión del país, y en 1979 debutó como narrador de la Selección, cuando las transmisiones se hacían con cinco cámaras -hoy no menos de veinte- y una unidad de repetición. José Ángel de la Casa Tofiño empezaba a hacerse un nombre y a labrarse un porvenir: estuvo en siete Juegos Olímpicos (desde 1984, Los Ángeles, hasta 2004, Atenas), en seis Mundiales de fútbol (al de Sudáfrica’2010 asistió como invitado), entre el 78 y el 98, y de todo ello conserva un par de recuerdos imperecederos, dos cifras que tiene grabadas en la memoria. Puede que le baile algún número en otros menesteres, pero sus 28 finales de Copa de Europa y sus 240 partidos con la Selección, “más que Casillas y Sergio Ramos”, no se le olvidan.
Durante todo ese tiempo de narrador, de ser la voz televisiva del fútbol, también ejerció de director de Deportes y de Producción en Televisión Española, su casa porque rechazó varias ofertas para cambiar de empresa. Y cantó el ¡goool de Señor! con la voz emocionada y quebrada, el que hacía el número 12 a Malta, el que llevaba a España a la Eurocopa de Francia del 84. Sí, cuando el próximo 21 de diciembre se cumplan los 40 años de la gesta, saldrá otra vez a la superficie aquella legendaria noche en el Villamarín y los recuerdos correspondientes. Sonará por doquier la voz del “Tofo”, y los mayores, y no tan mayores, contaremos a las últimas generaciones exactamente qué fue aquello y lo que significó. Y les hablaremos del personaje, de José Ángel, que sabe mucho de fútbol y también de atletismo, de cultura y de la vida. Que se jubiló de RTVE el 28 de marzo de 2007, porque el ERE apretaba; que antes, en 1998, recibió el Premio Ondas y que en 2014 confesó que sufría Párkinson y protagonizó un documental, “Un Señor de la Casa”, pura terapia y magníficas enseñanzas.
Durante 8 años su pareja en las transmisiones fue Míchel, José Miguel González del Campo, el 8 del Madrid y de la Selección. También compartió micrófono con Di Stéfano, pero con Míchel su relación fue muy especial, y no sólo porque, cuando aparecían los dos frente a la cámara, el exfutbolista imitaba el gesto de José Ángel con las manos, para disimular el temblor. Algo más que compañerismo y solidaridad. Porque el Párkinson, que ya lo sufrió su padre y él supo verlo venir, sólo te permite pensar en el día siguiente, reconoce. “Hay que ir día a día, sin hacer planes”, reflexiona. Mientras pudo jugó al golf y cuidó de su millar de almendros. Fue adaptándose a la enfermedad, con clases de canto, para reactivar las cuerdas vocales, intercalando canciones de Rosana, Los Secretos o Joaquín Sabina. Y tocaba también el piano, para mantener firmes las manos y a raya los temblores. Que no son los únicos síntomas, y que él reconoce: la pérdida de equilibrio y las caídas que le sorprenden, el anquilosamiento y el dolor de los huesos. ¡Para qué hacer planes más allá del día siguiente!
No se entretiene en hacer proyectos, pero da buenos consejos. Hace algo así como 11 años, cuando notaba los primeros síntomas del Párkinson, nos encontramos en un hospital madrileño, por unas analíticas rutinarias. Sabía que Mari Carmen Izquierdo, mi antecesora y en quien él delegó el cargo, me había ofrecido sucederla al frente a la Asociación Española de la Prensa Deportiva, y que rechacé la propuesta. “Mira, me dijo, deberías aceptar. Vas a tener el privilegio de formar parte de círculos cerrados al resto de periodistas; tendrás acceso a informaciones que todos envidiaremos… Y que no podrás publicar”. Y nos reímos. Me convenció. Él sigue luchando contra la enfermedad, porque tiene una voluntad de hierro, y yo procurando no defraudarle. Como él no defraudó a quienes guiaron sus primeros pasos en el periodismo deportivo, Juan Antonio Fernández Abajo, Héctor Quiroga, Juan Antonio Castillo o Antolín García, todos desaparecidos, siempre recordados. Nuestra fortuna es que a nosotros nos sigue quedando él, allí en su pueblo toledano, Los Cerralbos, aferrándose a la vida. José Ángel de la Casa Tofiño, sí, el del ¡goool de Señor! y todo lo demás.
Julián Redondo
Presidente de la Asociación Española de la Prensa Deportiva