No puedo creer que ya hayan pasado ni más ni menos que 40 años desde aquella noche mágica para nuestro deporte. La noche en la que, en Sevilla, la selección realizó una gesta que le permitió crecer y hacer más grande la leyenda de la Furia Española.
El 12 -1 a Malta fue el partido de los Héroes, así con mayúsculas. Una selección que se jugaba el estar en la Eurocopa de Francia. Era su última oportunidad y pasaba por una victoria por 11 goles ante un rival que, si bien estaba uno o dos peldaños por debajo en el ranking, tan sólo había encajado ocho goles contra Irlanda y cinco en su visita al estadio de Rotterdam, De Kuip, sede del encuentro ante Holanda, nuestros rivales por la clasificación, apenas cuatro días antes del partido en Sevilla.
Creo que todos los que tenemos una cierta edad recordamos qué hacíamos esa noche. En muchas casas había un gran interés por ese encuentro, aunque las dudas planeaban en la cabeza de quienes se reunían para verlo. Parecía un reto imposible de superar, más aún si tenemos en cuenta que en pocos minutos España había malogrado un penalti y que poco después, tras habernos puesto por delante, los malteses habían conseguido el empate.
Pero al iniciarse la segunda mitad, con 3-1 en el marcador y, por tanto, con la necesidad de anotar nueve tantos en 45 minutos, recuerdo que los ánimos estaban algo bajos, aunque algunos seguíamos creyendo que, pese a la dificultad, había un pequeño resquicio para seguir teniendo fe. Pero la selección respondió… ¡y de qué manera! Rincón, Santillana, Maceda, Sarabia y, por último, Juan Señor fueron los encargados de que la toda la gente, incluso muchos ajenos al fútbol (niños y niñas, abuelos y abuelas, amas de casa…) se fuera acercando a los salones, cuartos de estar o donde quiera que estuviesen las televisiones para vibrar con el partido. Gritar, alentar desde la lejanía, aplaudir, sufrir con los “¡¡¡uy, casi!!!”… en definitiva, estar pendientes de que el milagro pudiese producirse.
Y se produjo. Y otro de los héroes de aquella noche sevillana fue José Ángel de la Casa poniéndole voz a esos goles. A esas jugadas de acoso y derribo de los jugadores españoles sobre la portería de Malta. Y también como el partido, José Ángel fue creciéndose y narrando cada vez de manera más épica un partido que, camino de la gloria, oscilaba por un sendero que no terminaba de completarse.
Y por fin, a falta de pocos minutos para el final del encuentro, el fútbol hizo justicia con Juan Señor, quien anotó un gol que ha quedado para siempre en la historia de nuestro fútbol. La narración de ese tanto que permitía a la selección alcanzar la Eurocopa de Francia también está en la historia. La voz de José Ángel acusó el esfuerzo de los más de 80 minutos de narración y la emoción y la alegría a punto estuvieron de jugarle una mala pasada; sin embargo, como otro héroe más, se sobrepuso y pudo finalizar el canto de ese gol.
España se quitó un peso de encima y esta misma selección brilló en la fase final con más partidos épicos, más fútbol de calidad, llegando hasta la final del Europeo, lo que no se lograba desde 1964. Por supuesto todo ello aderezado por más narraciones de la Voz de la selección -con permiso de quienes le sucedieron en el tiempo-, y esa Voz no es otra que la de José Ángel de la Casa. Muchas gracias a mi admirado José Ángel por esos momentos inolvidables.
Luis de la Fuente, seleccionador nacional absoluto de fútbol
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- 10 de noviembre de 2023